REFLEXIONES ACERCA DE UNA TEORÍA DE LA GESTALT.



 












Transmitir no es nunca repetir lo idéntico, sino reinventar un saber adquirido. Desde luego, esta reinvención es el resultado de un enorme esfuerzo de conquista. Heredamos únicamente un saber conquistado con esfuerzo. (Juan David Nasio)


Esta reflexión surge de mi apreciación de lo teórico como una herramienta fundamental en mi trabajo personal y, en consecuencia en mi quehacer terapéutico, en mi oficio de psicoterapeuta. Siempre he creído que la Gestalt sí tiene una teoría, una teoría que además Perls se esforzó por comunicar a lo largo de los años. El problema de esa teoría estriba en que Perls era más un hombre de acción, y en ese aspecto brilló más por sus profundas intuiciones llevadas a la práctica que por la estructura que intentó darles en su esfuerzo para encuadrarlas en un marco más teórico. Aunque a veces los gestaltistas, casi para excusarnos, digamos que  la Gestalt tiene más una teoría de la técnica que una teoría de la psique propiamente dicha, creo que ello es más debido a que Perls dejó incompleto el marco teórico que al hecho de que, en su esencia, la Gestalt no ofrezca una teoría.

 

No obstante, sí que creo que ese mayor brillo de la técnica y de la prescripción fundamental del “aquí-ahora” se ha elaborado en detrimento de una teoría de la psique, lo cual ha llevado, en ocasiones, a adoptar una postura existencialista recalcitrante, en la que parece que toda teoría sea hueca palabrería intelectual. Que el mapa no es el territorio es obvio, pero también me parece obvio que un territorio se maneja mejor con un mapa que sin él y que, a veces, una cierta supuesta actitud gestáltica parece querer descubrir siempre el territorio negando la utilidad de un mapa que quizá los seres humanos si compartimos. En todo caso cómo ese mapa define una orografía particular en cada uno de nosotros es lo que descubriremos paciente y terapeuta en un proceso terapéutico gestáltico.

 

Yo me defino, sin ninguna duda, como un apasionado por la teoría psíquica, y no sólo la gestáltica. Mucho he aprendido del enfoque psicoanalítico y en muchos lugares he declarado mi admiración por Freud, Lacan o Jung, sin olvidarme de Ferenczi u Otto Rank, o también, dentro de la sistémica, por Watzlawick. Pero hablaba de apasionamiento… Creo que ese es el elemento fundamental que transforma la supuesta palabra hueca intelectual en palabra hecha carne,  es decir, en palabra intelectual dotada de cuerpo y emoción. Debo al psicoanalista Juan David Nasio esa idea fundamental del apasionamiento por la teoría. En sus palabras hechas carne encontré  definido mi sentir respecto a lo que me ocurría con la teoría. Quisiera aquí resaltar sus siguientes palabras acerca de su experiencia de leer a Freud:

 

La lectura de Freud es para mí un descubrimiento permanente aumentado por un verdadero placer: el placer de resonar con las palabras del texto […] Esta capacidad de hacernos sentir nuestra presencia, esta vitalidad que Freud genera en nosotros por la pertinencia y la agudeza de su pensamiento, hacen de él un autor verdaderamente moderno. El placer de leer a Freud es el placer de sentirse existir, porque habla de nosotros. [1]

 

La teoría hecha carne es la teoría interiorizada y verificada en nuestra propia existencia y con sus propios nombres. La cuestión que me apasiona de la teoría es cómo se da en mí. Cómo esa teoría se ha dado a través de mi historia, de mi biografía. Hay un punto en que la teoría se siente como propia experiencia, pero para eso hay que querer apasionarse con ella, sino no es que la teoría sea hueca palabrería intelectual, más bien es falta de compromiso e interés con ella desde una cierta pereza que no sólo es intelectual sino también existencial. Este apasionamiento es el que se halla en los textos de Freud, de Lacan, de Jung,  o del propio Perls - por citar aquellos a los que yo he leído y estudiado -. Un apasionamiento que es el que nos liga a su lectura a pesar de su dificultad y, en ocasiones, de su confusión o dificultad – como es habitual en Lacan o en ciertos textos de Jung -. Si a ese apasionamiento se le añade la claridad –el verdadero arte del profesor, del maestro - nos hallamos entonces hacia lo que antes he llamado la palabra hecha carne, la transmisión de un saber interiorizado que se ha tornado en sabiduría: el saber aprehendido, hecho propio, un saber conquistado con esfuerzo. Vuelvo a recurrir al Dr. Nasio - un maestro de claridad - quien al respecto nos dice:

 

Creo que un concepto claramente expuesto puede estar cargado de tal fuerza sugestiva que se vuelve un formidable estimulante para el pensamiento del lector. Ahora bien, ¿cuándo podemos decir que un concepto es claro? ¿Qué es claridad? Una idea es clara cuando revela en nosotros, simplemente dispuestas en un nuevo orden, ideas elementales que ya poseíamos. Nuestra inteligencia de lector, que no encuentra entonces en lo nuevo más que lo antiguo, se siente en tierra conocida; nuestra mente se siente cómoda porque comprendemos. Una exposición clara nos parece tan simple y natural que apenas entendida nos parece haber conocido siempre el sentido. [2]

 

La teoría no es una cuestión de academicismo, o no sólo eso, eso lo veo, en todo caso, secundario. La teoría es también una cuestión de espíritu, la transmisión de una manera de ver. No veo que el riesgo de teorizar implique un riesgo de dogmatizar, ni que la teoría pretenda una posición de superioridad respecto a la experiencia pues ambas se complementan. El dogma se halla en muchas ocasiones en las consecuencias tecnológicas y de posición del terapeuta que uno extrae de la teoría. Y eso sí, cuando la teoría se dogmatiza deja de ser teoría para pasar a ser Verdad indiscutible, así con mayúscula, una religión, algo parecido a lo que le ocurrió a Freud y su postura frente al psicoanálisis que había creado. La teoría, sencillamente, tiene como función facilitar la experiencia, devenir objeto de reflexión, de orientación.

 

Y dicho todo eso quisiera enfocar el problema de la Gestalt en dos posturas radicalmente opuestas [3]. La una representada por Claudio Naranjo, la otra por el psicoterapeuta Jean Marie Robine. Y digo enfocar porque lo primero que se deriva del uno y del otro no es una negación de la importancia de los aspectos teóricos, sino la importancia de una obra controvertida en la gestalt, la famosa Gestalt Therapy de Perls, Hefferline y Goodman, y si esa obra fundamenta o no un marco teórico de la Gestalt. Las posturas aquí son radicalmente distintas. Veamos que nos dice Claudio Naranjo al respecto:

 

Hay gente que está enamorada de la teoría de la mente que produjo Paul Goodman en los años 50, en unos meses, como respuesta a una colaboración con Perls (y 600 dólares), con una arrogancia nacida solamente en que estaba sentado sobre los hombros del Perls. Un poco como la arrogancia que tuvieron los postfreudianos, que no podían haber dicho lo que dijeron (aunque fuera para contradecir a Freud), sino por el esfuerzo que sacaban de una terapia que funcionaba y que del mismo Freud habían aprendido. Entonces esta gente, apoyados en lo bien que funcionaba la Gestalt, se sentían superiores al psicoanálisis, se sentían superiores a todo, pero esa superioridad no está basada en una posición teórica superior, está basada en una terapia más libre, que le da más posibilidades a la creatividad del terapeuta, justamente porque no está atada a estar haciéndole de contrapunto a una premisa teórica, y que es un intuicionismo que acepta serlo. [3]

 

Esa sería la denuncia de Claudio Naranjo a la importancia de la supuesta obra fundadora de la Gestalt. A esta postura se opone la radicalmente la de Jean Marie Robine, quien nos dice:

 

En mi opinión, lo que hay que decir es que la Gestalt Terapia fue fundada oficialmente con la edición de un libro que se llama “Gestalt Terapia, excitación y crecimiento en la personalidad humana”. Este libro está firmado por Perls, Hefferline y Goodman y tiene como fecha de edición 1951. Sin duda, hubo cosas que antes permitieron que esto sucediera, en particular la obra de Perls, pero para mí, definitivamente, alguien que rechaza ese libro y los fundamentos que están en ese libro no puede reconocerse como gestalt terapeuta. Y eso no quiere decir que la gente que hace otra cosa haga un mal trabajo terapéutico, por supuesto que no; eso sí, me gustaría que tuvieran la decencia de llamarlo de otra manera. [4]

 

Ciertamente duras palabras, excesivas, ya que también es cierto, y a diferencia de otros grandes psicoanalistas o psicoterapeutas, que hay un acusado extrañamiento de Perls, casi desde el primer momento, acerca de su supuesta propia teoría. Perls no parece en ningún momento vibrar con esa obra ni darle ningún tipo de continuidad en su camino posterior. En Freud, Jung, Lacan y otros, se observa una línea de continuidad en su obra a pesar de la reconstrucción y reelaboración que realizan sobre su propio discurso. Perls, desde luego, no mantiene esa continuidad con esa supuesta obra fundadora de la Gestalt. Su alejamiento es obvio. En realidad me pregunto si esa obra no instituye dos Psicoterapias Gestalt derivadas de la extrapolación de un problema de pareja a un problema de escuela. La citada obra fundamentó más la escuela de Nueva York, la de Laura Perls e Isadore Fromm, que el estilo que Perls impondría en Esalen – la escuela de California - o Vancouver, ciertamente más libre, o como dice Claudio Naranjo, más libremente intuicionista, y en ese sentido más radicalmente ateórica. Pero me pregunto también porqué entonces Perls siguió escribiendo “algunas” cosas teóricas en un estilo tan distinto a la supuesta obra fundacional – y, en ese sentido, es ejemplar su obra El enfoque gestáltico -. Ante este dilema, veamos que Claudio Naranjo no se opone a la importancia de la teoría, sino a la necesidad de una teoría gestáltica de la mente. Él simplemente nos viene a decir que existiendo el edificio teórico del psicoanálisis y otros no hay porque teorizar una originalidad que quizá no es necesaria.

 

Unas cuantas metáforas originales, pero yo creo que en el fondo ideas sobrevaloradas por la misma necesidad de tener algo original y diferente que decir. Así es que me parece de mal gusto, y además las funciones de contacto en Gestalt son 4 o 6 a veces hasta 8, la proyección, la introyección, etc., cuando en el psicoanálisis son como 15, ¿por qué dejar de lado las otras? ¿Qué es lo que dice la Gestalt en su famosa teoría del self? Lo más importante es lo que se dice sobre esas funciones de contacto, pero ¿qué es lo que se dice de ellas en el mundo de la Gestalt? Se puede resumir en unos cuantos parrafitos que en nada se comparan a la vasta literatura psicoanalítica sobre los mecanismos de defensa. [5]

 

Partiendo de esta valoración Claudio Naranjo nos propone más como teoría de la Gestalt una teoría de la técnica gestáltica: “no una teoría de la mente – eso me queda grande -, pero sí una teoría de por qué la Gestalt funciona” [6] y que se resume en su conocida ecuación gestáltica:

 

Tgestalt = [(Conciencia + espontaneidad) * (Apoyo + Confrontación)] Relación

 

En el otro lado, la posición de Robine es la siguiente, y también dándose cuenta de la obviedad del alejamiento de Perls acerca de la supuesta obra fundacional:

 

Perls hacia el final de su vida, o sea, casi 20 años más tarde, rechazaba más o menos cualquier forma de teoría. Y claro, eso es posible cuando se tienen 50 años de teoría detrás de uno, pero no cuando uno es un joven psicoterapeuta, e incluso cuando uno es un psicoterapeuta más experimentado pero no se tiene el genio de Perls y, sobre todo, cuando uno hace una Psicoterapia (porque hay que señalar que, al final de su vida Perls no hacía Psicoterapia, hacia sólo demostraciones, y no es lo mismo trabajar 5 minutos con alguien, que una o dos veces por semana durante 5 u 8 años con la misma persona)

 

De modo que, cuando no se tiene la experiencia clínica que puede tener alguien como Perls, para mí resulta indispensable tener un marco de referencia, no un cuadro cerrado, sino lo que yo llamaba antes una máquina de pensar, de pensar sobre la relación, de pensar sobre lo que ocurre, y bueno, como decía Kurt Lewin, “nada hay más práctico que una buena teoría”. [7]

 

Aquí Robine nos dice cosas evidentes y que caen por su propio peso. En especial cuando hace esa observación  acerca de la formación de los psicoterapeutas, de su grado de experiencia y del genio. Ciertamente es muy fácil a-teorizarse, hablar del privilegio de la experiencia cuando uno ha acarreado mucha teoría y también mucho tiempo de experiencia y ya no digamos cuando le acompaña el genio. Y siento que ese acarreamiento de teoría es eso con lo que me siento absolutamente de acuerdo, esa máquina de pensar que no cuadro cerrado que dice Robine, y que yo matizaría más como máquina de reflexionar, que es finalmente lo que nos ofrece una teoría.

 

Claudio Naranjo nos deja claro que su posición no es de desprecio a lo teórico en un marco formativo y nos ofrece la siguiente posibilidad como suplemento teórico a la propuesta teórica de la Técnica Gestáltica:

 

Sugeriría que se leyeran cosas muy diversas que, por más que no sean obras de terapeutas gestálticos, contribuyen a entender la mente humana y la psicoterapia. No excluiría la literatura psicoanalítica sobre los mecanismos de defensa y recomendaría en especial la visión de Buber sobre la relación Yo / Tú. [8]

 

Eso es lo que siento que he hecho yo durante estos años que llevo como formador de Gestalt... Es algo que está presente en mis clases teóricas – no se puede disimular mi formación psicoanalítica ni mi interés por el inconsciente psicodinámico– y, de hecho es una recomendación que hago a los gestaltistas en formación o supervisión: que lean cosas no necesariamente gestálticas ni necesariamente psicoterapéuticas – mucho se puede aprender de la filosofía y la literatura o del cine… del arte en general -. Y, no obstante, me doy cuenta de la insuficiencia de esta opción, de la dificultad que le ofrece al gestaltista en formación y de su necesidad de encuadrar un marco de reflexión teórico en la gestalt… Mi experiencia me demuestra que cuando esto se ofrece el gestaltista en formación lo agradece.

 

Creo así que el malentendido acerca del tema del supuesto marco teórico de la Gestalt es que su creador se prestó a firmar una obra supuestamente fundadora en la que no creía, que no representaba, como modelo teórico, su manera de reflexionar la Gestalt. El hecho de que fuera básicamente Goodman quién la escribiera ya dice mucho de ello y de que, como indica Claudio Naranjo, las motivaciones de Perls fueran muy distintas a las de dar a la Gestalt un marco teórico más enraizado en su manera de reflexionar o concebir la psicoterapia Gestalt.

 

… la Gestalt no se originó dentro de un marco, que el marco se le quiso poner para que estuviera completa, para que no saliera desnuda a la calle como quien dice, para que en el mundo académico, en el mundo intelectual, no saliera la psicoterapia en calzoncillos. [9]

 

Partiendo de esta conocida apreciación del Dr. Nasio de que “transmitir no es nunca repetir lo  idéntico,  sino reinventar un saber adquirido” es desde donde me planteo esta reflexión. Partiendo también de las apreciaciones teóricas de Perls y de la teoría de la técnica gestáltica me parece importante reflexionar sobre una teoría gestáltica que sin pretender ser original si se plantea esa re-invención de un saber contemplado desde una perspectiva de lo que llamamos Gestalt, más concretamente de la Gestalt Perlsiana. Se trata de una propuesta de reflexión de la Gestalt no tanto desde Goodman como desde el Perls más obvio que sin ser desde luego un buen teórico, sí nos dejó algunas profundas intuiciones y reflexiones sobre las que podemos profundizar a la gestáltica.



[1] Nasio, Juan-David. Un psicoanalista en el diván. Paidós, pág. 123

[2] Ver nota 1, pág. 132

[3] Temas de psicodiagnóstico, nº 11. (Revista) La Terapia Gestalt según los terapeutas gestalt, pág. 22

[4] Ver nota 3, pág. 85

[5] Ver nota 3, pág. 22

[6] Ver nota 3, pág. 22

[7] Ver nota 3, pág. 86

[8] Ver nota 3, pág. 24

[9] Ver nota 3, pág. 20


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© Jaume Cardona Costa, 2022


1 comentario:

  1. Gràcies Jaume! Gràcies, gràcies.
    Com a terapeuta novell, i en constant cerca de formació i d'enquadre teòric després de la Gestalt -i de la carrera de Psicologia-, m'alleuja un munt sentir que "no soc l'únic" que travessa aquest desert.
    Alhora, comparteixo el que dius sobre com agraïm, quan ens estem formant en Gestalt, tenir recursos teòrics i sortides davant del vuit que es pot sentir a vegades, en relació als contiguts teòrics.
    Interessant i molt necessària reflexió.
    Gràcies de nou.

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