PERLS, JUNG: OPUESTOS COMPLEMENTARIOS.

(Congreso de Gestalt, Mesa redonda, Abril del 2002, Madrid)

 

He decidido empezar este blog recopilando algunos escritos que ya tenía sobre el tema de los sueños. El primero de ellos que os voy a presentar data del abril del 2002, y fue elaborado para participar en una mesa redonda en el Congreso de Gestalt que aquel año se celebró en Madrid. Cuando di el título para esta mesa aun no tenía ni idea de lo que iba a escribir, pero me pareció un buen tema para el motivo que nos iba a reunir a cuatro terapeutas que sosteníamos tener influencia de distintos modelos terapéuticos que, en sí, sentíamos que era debido a algunos límites que observábamos en la Gestalt. Vaya ahí pues el escrito-conferencia en cuestión:

 

Se acercaban las fechas y por fin me decidí ponerme a escribir y a intentar dotar de contenido el título que había elegido. Avanzaba lento y con esfuerzo, y el resultado de lo que escribía se acompañaba de una cierta incomodidad interna, pues como diríamos en gestáltico: no me sentía con aquello que estaba escribiendo. Fue entre esos esfuerzos y esa insatisfacción que recordé un sueño que había tenido el año 1995, en un momento de especial confusión para mí, especialmente porque tenía que decidir cómo iba a orientar mi carrera profesional. Había dejado atrás el mundo de la empresa, pero muy bien no sabía cómo dirigirme y orientarme en mi nuevo camino. Y esa decisión conllevaba evaluar la posibilidad de profesionalizarme en el mundo de la psicoterapia, puesto que ya llevaba un tiempo en el que había empezado a trabajar con un pequeño número de pacientes. El sueño en cuestión decía:

 

Me hallo es una especie de claustro paseando al lado de C. G. Jung. Le explicó que el año que viene deseo ir a profundizar su psicología en Khusnat (sede del Instituto C. G. Jung, cerca de Zurich). Le pido entonces si él puede hacerme una carta de recomendación. Jung se para y mirándome fijamente a los ojos me dice que si, que él puede hacerme una carta y, literalmente, añade: pero una carta acerca de quién eres tú, no sobre lo que sabes.

 

Desperté del sueño de inmediato. Me sentía conmocionado y alterado después de escuchar esta frase, a la vez que notaba una fuerte opresión en el pecho - ansiedad -. La frase cayó en aquel momento de mi vida como si fuera un koan, y durante muchos días la pregunta ¿Quién soy? retornaba y me asaltaba en cualquier momento. Y la pregunta me dolía porque no tenía una respuesta. Me quedaba tan sólo ante una sensación de vacío que físicamente sentía en el estómago. Sin duda - pensé - me hallaba ente uno de aquellos sueños de los que Jung decía que, en ocasiones, dicen justamente lo que quieren decir. Y por añadidura lo que me decía el sueño me lo decía el mismo Jung como una representación del arquetipo del viejo sabio, del que nos decía:

 

El "anciano sabio" aparece en sueño como mago, médico, sacerdote, maestro, profesor, abuelo o como cualquier persona dotada de autoridad. El arquetipo del espíritu en figura de hombre, gnomo o animal se presenta en situaciones en las que haría falta visión de las cosas, comprensión, buen consejo, decisión, previsión, etc., pero no se puede conseguir por propios medios. El arquetipo compensa ese estadio de carencia espiritual con contenidos que rellenan el vacío. (Los arquetipos y lo inconsciente colectivo, OC 9/1)

 

La consecuencia de este sueño fue la decisión de afianzarme en mi actividad profesional como terapeuta, ya que fue ganando peso en mí algo relacionado con las palabras que la imagen de Jung me decía en el sueño, algo que tenía que ver no en cómo "sabía" para ser terapeuta sino en cómo me dejaba ser siendo terapeuta. O, dicho de otra manera, como mi "saber" ser terapeuta dejaba de interferir con mi simple ser terapeuta.

 

Este sueño tuvo con posterioridad algunos retornos no menos sorprendentes. En el año 1999 me veía una vez más embarcado en una situación de conflicto, en esta ocasión de naturaleza familiar. Ocurrió entonces un hecho que me fascinó, un hecho que en junguiano se definiría como sincrónico. Por aquellos días estaba leyendo el libro "El equilibrio entre el cielo y la tierra", de Robert Johnson, un peculiar y heterodoxo analista junguiano, que entre sus páginas contaba como transcurrió un encuentro que tuvo en persona con Jung a raíz de un sueño que éste consideró de tanta importancia que quiso hablar personalmente con él. Mientras leía el relato de los hechos observé con gran sorpresa las siguientes palabras:

 

Me dijo más de una vez: "Por favor recuerde, es aquello que somos lo que cura, no lo que sabemos. Al principio de mi carrera yo no sabía nada. Y sin embargo funcionaba. ¿Y sabe por qué? Por lo que yo era. (El equilibrio entre el cielo y la tierra, 1999)

 

Y Robert Johnson añadía:

 

Me quedé asombrado por su insistencia sobre este punto de la curación porque nunca había hablado con nadie sobre mis fantasías de convertirme en analista. (El equilibrio...)

 

Mi asombro fue triple. Por un lado, la coincidencia de las frases, por otro la coincidencia de que esas palabras fueron pronunciadas en relación al oficio de ser terapeuta, y en tercer lugar porque el sueño que os he relatado es el único sueño en el que se me "apareció" Jung. Y ese es un sentido que se obtiene de la relación dinámica con el inconsciente, la sensación de misterio que la acompaña. Misterio que Jung nos describe de una manera casi poética en su autobiografía:

 

Es necesario que tengamos un secreto y el presentimiento de algo incognoscible. Ello llena la vida de algo impersonal, de un numinoso. Quien no ha experimentado esto, se ha perdido algo importante. El hombre debe percibir que vive en un mundo que en cierto sentido es enigmático. Que en el suceden y pueden experimentarse cosas que permanecen inexplicables, y no tan sólo las cosas que acontecen dentro de lo que se espera. Lo inesperado y lo inaudito son propios de este mundo. Sólo entonces la vida es completa. (Recuerdos, sueños, pensamientos)

 

Si, se trata de un sentido del misterio que se relaciona de repente con lo cotidiano, con lo simple, y que se manifiesta a través de esta cotidianeidad y de esa simpleza embargándome de una manera muy especial.

 

El resultado de este nuevo encuentro con la cuestión del ser y del saber tuvo una seria influencia sobre uno de los puntos más críticos de mi carácter y que se manifestó en un proceso en el que aún me hallo, y que intuyo largo (Jung lo llamó proceso de individuación), y al que definiría como un dejar de interferir conmigo, un dejarme en paz en un aceptarme con lo que hay en mí y lo que no hay, y en un ir aprendiendo a relacionarme desde eso. Es un aprendizaje que para mi se relaciona con otra frase que Jung le dijo a Robert Johnson acerca del sueño que este tuvo: "Tiene que aprender que aquello que necesite aparecerá". (El equilibrio...)

 

Por eso, cuando en plena redacción de lo que en un primer momento hoy iba a decir aquí, me pregunté porque ese sueño y todo el episodio relacionado que os he contado volvía a mí...La respuesta no tardó en llegar. De hecho, se dio unas horas más tarde. Aquel mismo día había decidido comprarme la tetralogía de los "Libros de Terramar" de Ursula K. Leguin. Al ojear ocasionalmente el primero de los libros, "Un mago de Terramar", leí de repente la siguiente frase: 

 

"Sé lo que has hecho - dijo al fin -, pero no qué eres. No puedo aceptar tu lealtad. (Un mago de Terramar).

 

Y seguí leyendo aquella página que, por lo que entendía, trataba de los usos catastróficos del mal uso del poder mágico por parte de un aventajado aprendiz de mago, y continué hasta que unas cuantas líneas más me encontré con esta otra frase:

 

El poder que utilizaste para llamarla la da poder sobre ti: estás atado a ella. Es la sombra de tu orgullo, la sombra de tu ignorancia, tu propia sombra. (Un mago...)

 

Comprendí entonces que lo que estaba escribiendo (ese hacer de la frase) era un acto de deslealtad hacia mí mismo (mi "hacer" el escrito era desde el saber más que de ese ser que escribe ahora) y, en consecuencia, un acto de deslealtad hacia el estilo de gestalt que encarna Perls, y hacia el estilo junguiano que encarna Jung, dos maestros no conocidos en persona a los cuales debo, al primero haberme puesto en contacto con los misterios del mundo exterior para comprender mejor mi mundo interno; y al segundo, el contacto con los misterios de mi mundo interno, para comprender mejor el mundo externo. Puesto que aquí se trata de los límites de la Gestalt diré que aquello que Jung me ha aportado es precisamente ese sentimiento de misterio y profundo respeto hacia mi mundo inconsciente y hacia su dinámica, una dinámica cuyo funcionamiento, más allá de lo que nos parece obvio, es la de un extraño descubrimiento en el que mundo interno y mundo externo parecen colaborar de manera no causal, o como Jung diría, de manera sincrónica, y en el que, y en especial, a través del mundo de los sueños, irreducible a cualquier tipo de reduccionismo, se encuentra un efecto parecido al de los cuentos sufís, cuyo significado es siempre nuevo dependiendo del grado de consciencia con el que se escuchan y re-escuchan. Releer algunos sueños, como hoy he pretendido mostrar, es redescubrir como nuevos antiguos sentidos que se contemplan en el presente desde puntos de vista o perspectivas distintas.

 

Y puesto que también se trata de lo complementario, ahora sí, y ya según mi título, citaré un texto de Jung que siempre que lo leo me conmueve profundamente por lo mucho que tiene que ver con ese “ser” del que tanto se habla, y que creo que igualmente, y a través de su propio camino, bien podría suscribir Perls:

 

De mi estoy asombrado, desilusionado, contento. Estoy triste, abatido, entusiasmado. Yo soy todo esto también y no puedo sacar la suma. No estoy en condiciones de comprobar un valor o una imperfección definitivos, no tengo juicio alguno sobre mi vida ni sobre mí. De nada estoy seguro del todo. No tengo convicción alguna definitiva, propiamente de nada. Sólo sé que nací y existo y me da la sensación de que soy llevado. Existo sobre la base de algo que no conozco. Pese a toda la inseguridad, siento una solidez en lo existente y una continuidad en mi ser. (Recuerdos...)

 

Esa sensación de ser llevado, de existir sobre la base de algo que no conozco, de solidez en lo existente es algo que, por lo menos en mi experiencia, está esencialmente relacionado con mi inconsciente, y que eso parece llevar hacia algo que Jung formuló en su concepto de “self” (muy taoísta en esa formulación definitiva) y que poéticamente El Mago de Terramar describe como:

 

... a medida que un hombre adquiere más poder y sabiduría, se le estrecha el camino, hasta que al fin no elige, y hace pura y simplemente lo que tiene que hacer... (Un mago...)

 

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BIBLIOGRAFÍA

 

[1] Jung, C. G.  - Los arquetipos y lo inconsciente colectivo. Acerca de la fenomenología del espíritu en los cuentos. OC Volumen 9/1. Editorial Trotta.

                            - Recuerdos, sueños, pensamientos. Seix Barral. Biblioteca breve.

[2] Johnson, Robert. El equilibrio entre el cielo y la tierra. Paidós Junguiana 7.

[3] Leguin, Ursula K. Un mago de Terramar (Libro I de IV). Ed. Minotauro.


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© Jaume Cardona Costa, 2022

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